He aquí la razón debido a la cual
son perfectamente buenos el ser y el fundamento existencial del hombre [y] de
donde las obras humanas adquieren su bondad: [consiste] en que la mente del
hombre esté orientada únicamente hacia Dios. Pon todo tu esfuerzo en que Dios
se haga grande para ti y que todos tus afanes y empeños se dirijan hacia Él en
todas tus acciones y en todo cuanto dejas de hacer. De cierto, cuanto mayor sea
este [esfuerzo], tanto mejores serán todas tus obras, cualquiera que sea su
índole. Mantente apegado a Dios y Él te añadirá todo el ser-bueno. Busca a
Dios, entonces hallarás a Dios y todo lo bueno. Ah sí, en verdad, con semejante
disposición de ánimo podrías pisar una piedra [y] sería una obra más aceptable
para Dios que si recibieras el Cuerpo de Nuestro Señor y al hacerlo hubieses
puesto tus miras más bien en lo tuyo y tu intención fuera menos desasida. Quien
se apega a Dios, a éste se apegan Dios y cualquier virtud. Y aquello que tú
buscabas anteriormente, ahora te busca a ti; aquello tras lo cual corrías tú, ahora
corre detrás de ti y aquello de que huías, ahora huye de ti. Por eso: quien se
apega estrechamente a Dios, a éste se le apega todo cuanto es divino y huye de
él todo cuanto es desigual y ajeno a Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario