Santo Abandono

1)   "Desde que estoy enfermo no he sabido otra cosa sino que nos apegamos a nosotros mismos por muchos lazos imperceptibles, y que si Dios no pone la mano en ello, no los romperemos nunca. Ni siquiera los conoceremos. Sólo a Él pertenece santificarnos".  (San Claudio de la Colombière, Carta 99, a Santa Margarita María de Alacoque)

2)   "El secreto espiritual es abandonarse sin reserva, en cuanto al pasado y al porvenir, a la misericordia de Dios". (San Claudio de la Colombière)

3)   Dios mío, estoy tan persuadido de que veláis sobre todos los que en Vos esperan y de que nada puede faltar a quien de Vos aguarda toda las cosas, que he resuelto vivir en adelante sin cuidado alguno, descargando sobre Vos todas mis inquietudes. Mas yo dormiré en paz y descansaré; porque Tú ¡Oh Señor! Y sólo Tú, has asegurado mi esperanza.
Los hombres pueden despojarme de los bienes y de la reputación; las enfermedades pueden quitarme las fuerzas y los medios de serviros; yo mismo puedo perder vuestra gracia por el pecado; pero no perderé mi esperanza; la conservaré hasta el último instante de mi vida y serán inútiles todos los esfuerzos de los demonios del infierno para arrancármela. Dormiré y descansaré en paz.
Que otros esperen su felicidad de su riqueza o de sus talentos; que se apoyen sobre la inocencia de su vida, o sobre el rigor de su penitencia, o sobre el número de sus buenas obras, o sobre el fervor de sus oraciones. En cuanto a mí, Señor, toda mi confianza es mi confianza misma. Porque Tú, Señor, solo Tú, has asegurado mi esperanza.
A nadie engañó esta confianza. Ninguno de los que han esperado en el Señor ha quedado frustrado en su confianza.
Por tanto, estoy seguro de que seré eternamente feliz, porque firmemente espero serlo y porque de Vos ¡oh Dios mío! Es de Quien lo espero. En Ti esperé , Señor, y jamás seré confundido.
Bien conozco ¡ah! Demasiado lo conozco, que soy frágil e inconstante; sé cuanto pueden las tentaciones contra la virtud más firme; he visto caer los astros del cielo y las columnas del firmamento; pero nada de esto puede aterrarme. Mientras mantenga firme mi esperanza, me conservaré a cubierto de todas las calamidades; y estoy seguro de esperar siempre, porque espero igualmente esta invariable esperanza.
En fin, estoy seguro de que no puedo esperar con exceso de Vos y de que conseguiré todo lo que hubiere esperado de Vos. Así, espero que me sostendréis en las más rápidas y resbaladizas pendientes, que me fortaleceréis contra los más violentos asaltos y que haréis triunfar mi flaqueza sobre mis más formidables enemigos. Espero que me amaréis siempre y que yo os amaré sin interrupción ; y para llevar de una vez toda mi esperanza tan lejos como puedo llevarla, os espero a Vos mismo de Vos mismo ¡oh Creador mío! Para el tiempo y para la eternidad. Así sea.  (San Claudio de la Colombière, Acto de Confianza en Dios, conclusión discurso 682)

4)   “Toda la pretensión de quien comienza oración (y no se olvide esto, que importa mucho) ha de ser trabajar y determinarse y disponerse, con cuantas diligencias pueda, a hacer su voluntad conforme con la de Dios..., y en esto consiste toda la mayor perfección que se puede alcanzar en el camino espiritual. Quien más perfectamente tuviera esto, más recibirá del Señor y más adelante está en este camino. No penséis que hay aquí más algarabías ni cosas no sabidas y entendidas; que en esto consiste todo nuestro bien”. (Santa Teresa de Jesús)


5)   “El que está clavado al patíbulo de La Cruz ya no tiene en cuenta  las cosas presentes, ya no piensa en satisfacer sus pasiones, ya no tiene ningún cuidado ni inquietud del día de mañana, ya no siente el deseo de poseer; ni se deja llevar por la soberbia, ni de las rivalidades, ni de las disputas; ya no tiene ningún rencor por las injurias que le hacen ni recuerdo alguno de las que recibió en el pasado, y aunque todavía con vida, ya se considera difunto a todos los elementos de este mundo, y dirige la atención de su corazón hacia el lugar al que sabe que va a pasar en breve”.   (San Juan Casiano, Instituta 4, 35)

6)   [Hay un] "...modo de estarse en la acción, [que] es oración y permite la serena vivencia de los acontecimientos exteriores. Uno deja de anhelar esta o aquella situación, porque encuentra en todos los instantes la misma satisfacción.
Esta manera de actuar se caracteriza por la suma atención que pone en ella quién la ejecuta; consciente de la Presencia de Dios en todo y en todas las cosas, actúa como el oficiante en la liturgia, con reverencia, concentrado, poniendo lo mejor de sí.
“En Él vivimos, nos movemos y existimos…” (Hechos 17, 26-28) Conscientes de lo que dice el apóstol, es preciso abandonar la creencia de que algún otro momento es más importante que éste, en el que nos encontramos. Precisamos dejar de valorar en función de las expectativas, asumir que la vida toda es un misterio mediante el cual Dios nos enseña y nos llama a Su presencia.
Esas valoraciones que efectuamos en base a nuestras expectaciones e inquietudes no tienen asidero. Es tan importante este sitio como el otro al igual que el trayecto entre ambos. La vida es un continuo y estamos siempre moviéndonos en “Su casa”. (Hesiquia blog, La oración de Jesús, Carta nº 3)

7)   "Una de las mayores gracias que un hombre puede obtener en este mundo es descubrir que, en el deseo único de Cristo, puede vivir a gusto en todas partes y descubrir a Dios en toda ocasión..."  (La oración del corazón, Jean Lafrance)

8)   "¿Me ayuda esto a encontrar a Dios? Esta es la única pregunta que me debo hacer. La unidad vendrá del corazón que no saborea sus alegrías ni se detiene en sus tristezas, sino que encuentra a Dios en todas las cosas en un movimiento de abandono." (La oración del corazón, Jean Lafrance)